El pescador es un tipo callado, de pocos amigos, abrigado de
soledad. De ropa curtida, de piel gruesa donde los vientos rebotan en los
atardeceres. De silencios, metodista y lleno de cábalas ó costumbres que jamás
va a cambiar.
El pescador sabe cual es el recodo más fructífero del canal
y allí se afinca hasta lograr su cometido.
El Pescador tiene un amuleto, que algunos llaman anzuelo. Y
tiene un arma, que todos llaman paciencia.
Es amigo del agua cuando llueve y del calor cuando el sol
apreta.
Se sienta, se para, camina, fuma, va, viene, va, viene otra
vez; espera, se sienta, se para y vuelve a esperar.
Espera hasta que los peces crean que ya no hay mas vida en
el agua. El lo espera paciente, tranquilo, respetuoso. Hasta que llega el
momento que el filo del anzuelo atraviesa la carne, y se produce el milagro. La
vida se transforma en comida.
El pescador se vuelve parte del paisaje, del canal, sus
orillas, y el árbol que da la sombra donde deposita sus pertenencias.
La tanza, los espineles, las boyas, las plomadas, un bidón con
agua, entra todo en su bolso que esta siempre lleno. Su humanidad también se
llena...
De paciencia.

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