domingo, 27 de julio de 2014

Quedémonos aquí.

Homero llegó, como quién llega a la soledad para encontrarse a sí mismo. Como quién escribe guiones para películas que estremecen los sentimientos y no los sentidos.
Y en esa pequeña vanidad de tener que hacer poesía tanto dolor, tanto fracaso amoroso, tanto mar, al ponerse el traje de pluma esa noche, desahuaciado por los sinsabores de la rosca política, sólo pensó en ella.  Lo muy poco que eran y la inmensidad que los esperaba allá afuera.
Yo tanto enarbolé las palabras de Luis: "Vámonos de aquí" que mucho me costó entender la declaración explícita de Homero, esa plegaria llena de perfume que dibujó en el viento.
El polaco sólo le prestó el cuerpo a las palabras, para que esas palabras transpasen los tejidos de todo alma, mientras los violines sostienen tormentas en el ocaso.
Quedémonos aquí.

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